Energía agrovoltaica, o cómo los agricultores españoles pueden luchar contra el cambio climático sin sacrificar la producción
La energía fotovoltaica agrícola, también conocida como agrovoltaica o Agri-PV en inglés, es el uso simultáneo de la tierra para la agricultura y la generación de energía solar. En un contexto como el de España, en el que cerca de 24 millones de hectáreas se dedican a la producción de cultivos, según datos del Censo Agrario publicado por el INE en 2020, este tipo de generación de energía merece una consideración especial. En este artículo Carlota Contreras, Agri-PV Lead en BayWa r.e. Projects España, nos explica las modalidades de esta tecnología, sus ventajas, y cómo esta tecnología, que actualmente cuenta con una potencia instalada a nivel mundial de 14 GW, está avanzando en Europa.
La agrovoltaica se posiciona como una de las opciones definitivas para un sector que no quiere quedarse atrás en la lucha contra la crisis climática. De esta manera, las explotaciones agrícolas pueden seguir dando pasos al frente en materia de sostenibilidad, en un momento en el que los efectos del cambio climático son más palpables que nunca, también en el sector primario.
En el campo de la agrovoltaica, que es tan diverso como las propias actividades agrarias, podemos diferenciar entre dos modalidades: en primer lugar, el uso paralelo de las tierras, en el que los paneles solares se instalan en hileras dejando espacio para que la maquinaria pueda acceder a las plantaciones (Interspace-PV); en segundo lugar, encontramos el doble uso de las tierras de cultivo, en el que los paneles solares se instalan por encima de los cultivos (Overhead-PV).
Dos modalidades con múltiples ventajas para los agricultores
Con las instalaciones de uso paralelo, los agricultores se benefician de pagos recurrentes por el arrendamiento del suelo, dejando de depender todos sus ingresos de las inclemencias climáticas por las que se puedan ver afectados los cultivos, a la vez que continúan con la actividad agrícola en ese mismo terreno. Además, otras ventajas que proporcionan estos sistemas incluyen una menor erosión del suelo, gracias a la protección frente al viento, y una mejora de la biodiversidad cuando se cultivan franjas de vegetación autóctona junto a las hileras de módulos fotovoltaicos. De esta manera, los agricultores pueden contribuir a una economía circular y a la restauración del ecosistema, mientras se mantiene el mismo propósito de uso de la tierra.
Con la segunda modalidad, los paneles se instalan sobre los cultivos sustituyendo los plásticos y mallas de protección que tradicionalmente se han utilizado para resguardarlos frente a fenómenos meteorológicos adversos. Este es un problema cada vez más acuciante para los agricultores, que tienen que lidiar con fuertes granizos, sequías, lluvias torrenciales y olas de calor. Esta alternativa permite reducir considerablemente el uso de plásticos en la agricultura, evitando tener que sustituirlos cada cierto tiempo y reduciendo significativamente los costes de la instalación para los agricultores. Además, existen módulos semitransparentes capaces de proporcionar la luz solar necesaria para el correcto desarrollo fenológico de los cultivos.
El sistema de doble uso también permite aprovechar mejor los recursos hídricos, en un momento en el que es más necesario que nunca. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), 2022 fue el sexto año más seco en España desde 1961 y los embalses apenas han alcanzado la mitad de su capacidad en lo que llevamos de 2023. Esta tecnología logra reducir los niveles de evapotranspiración de los cultivos, generando menores necesidades de agua en los mismos, lo cual ayuda a paliar los efectos de la sequía que vivimos actualmente en la agricultura.
Una tecnología que avanza en Europa
Al analizar otros mercados, vemos que existen más de 14 GW de capacidad de energía agrovoltaica instalada en todo el mundo. Actualmente, muchas de estas instalaciones se encuentran en Asia, si bien en Europa están experimentando un gran aumento, que viene acompañado por un creciente entusiasmo en torno a esta tecnología.
En nuestro país, este tipo de energía también empieza a cobrar protagonismo. De hecho, BayWa r.e. ha iniciado la construcción de su primera instalación agrovoltaica en España, situada en el parque solar de Alhendín (Granada). Dicho parque, forma parte del primer PPA corporativo agrovoltaico de Europa, firmado con Grupo VELUX. Además, incluye un acuerdo pionero para elaborar una estrategia integral que incluirá una serie de medidas sociales y medioambientales que permitirán aunar los beneficios de la generación de energía, la producción de alimentos, el desarrollo comunitario y el entorno natural.
También es destacable el caso de Italia, donde ya se han destinado 1.100 M€ para la promoción de esta tecnología, lo que incluye la instalación de 2 GW de capacidad fotovoltaica en instalaciones agrícolas. Francia, por su parte, lleva promoviendo esta alternativa energética desde 2017 a través de una serie de licitaciones, con 48 proyectos instalados solo en 2020.
Otro de los países donde la agrovoltaica avanza de forma notable es Alemania, donde se espera un impulso en los próximos años gracias a la aprobación de diferentes medidas y a la publicación de un nuevo marco legal específico. De hecho, ya están previstas otras cinco plantas fotovoltaicas agrícolas, con una capacidad total de, al menos, 1.650 kW, para cultivos de fruta y bayas en Baden-Württemberg (Alemania). Estos planes fueron anunciados a mediados de enero de 2022, de la mano de un paquete de financiación de 2,5 M€.
Vale la pena destacar el caso de Países Bajos, donde se podría decir que están a la vanguardia. En el pueblo de Babberich, se cultivan frambuesas en una granja de 3,3 hectáreas dentro de una instalación agrovoltaica de 2,67 MW, lo que la convierte en la mayor instalación comercial de este tipo en Europa. Con este método, se ha logrado aumentar la calidad de las cosechas en comparación con las técnicas convencionales de cultivo, al utilizar túneles de polietileno que producen simultáneamente energía.
Los ejemplos anteriores demuestran que estamos hablando de una tendencia global, ya que aborda de forma proactiva algunos de los principales retos que plantea la lucha contra el cambio climático, algo que nos afecta a todos y presenta verdaderos desafíos para determinados sectores como el agrícola. Lo cierto es que la producción de energía limpia a través de este tipo de tecnología impacta tanto en la generación de energía renovable como en la calidad de las explotaciones agrícolas. Todo ello, con una fórmula decididamente más sostenible que la actual, lo que supone un gran avance para ambos sectores.