Descarbonización e industria: la nueva revolución industrial

La industria está a las puertas, si no ha comenzado ya, de su próxima gran revolución. Una revolución de la que se ha hablado extensamente de un tiempo a esta parte, pero que quizá se ha diluido a favor de la robótica, el internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA), etc. en estos tiempos donde la digitalización lo acapara todo. Y ahora, después de una guerra que ha hecho temblar los cimientos energéticos del viejo continente, el foco se ha vuelto a centrar en el que es sin duda es uno de los mayores retos que afronta la industria. Hablamos de la revolución industrial verde, o de la descarbonización de la industria. En este artículo, Mikel Pino, Head of New Business and Innovation en SENS – Iqony Solar Energy Solutions, nos presenta SEaaS (SENS´ Energy as a Service) la solución integral que permite a la industria descarbonizarse y crecer.

 

Proyecto de autoconsumo de 950 kWp configuración este-oeste. Foto cortesía de SENS

 

Si repasamos las revoluciones industriales acontecidas en la historia: mecanización; producción en cadena; automatización; y digitalización; y ya se ha anunciado la quinta revolución industrial como la llegada de la inteligencia artificial (IA), podríamos decir que la descarbonización es la gran revolución industrial silenciosa, a la que nadie le ha puesto un nombre oficial, pero que obliga a todos los sectores industriales a cambios significativos en sus procesos y en su forma de consumir energía.

La industria afronta una situación inevitable que le obliga a repensar la forma en la que se relaciona con el consumo de energía. No solo cambiando hacia fuentes renovables, sino hacia modelos más flexibles, que se adapten a la estacionalidad renovable y permitan optimizar tanto la huella de carbono como el coste energético, reduciendo, además, su volatilidad y exposición al cambiante mercado eléctrico. Sin olvidarnos de la necesidad de abandonar procesos alimentados tradicionalmente por combustibles fósiles, como consumos de calor, logística (vehículos tanto industriales como de transporte de personas o mercancías), procesos químicos, etc. a favor de la electrificación, o la sustitución por combustibles verdes cuando no sea posible lo anterior.

Es cierto que la revolución verde no afecta exclusivamente a la industria, sino también a la propia forma en la que los países producen energía. Esto lleva a que cuanto más renovable sea el mix energético de un país mayor grado de descarbonización conseguirán de forma indirecta las industrias, pero en contraparte, la volatilidad de precios propia de la intermitencia renovable se traslada también a éstas. Esto se traduce en una menor capacidad para predecir el coste de una materia prima que estará presente en toda la cadena de valor del “mundo descarbonizado”, la electricidad.

Por consiguiente, el crecimiento a medio-largo plazo de las industrias se torna complejo de predecir, los costes productivos no son constantes en el tiempo, los periodos de precios eléctricos bajos no pueden ser debidamente aprovechados, mientras los periodos de precios altos se sufren sin remedio. Sin duda, afectando en gran medida al desarrollo normal de la actividad de las industrias, a sus flujos de caja, y a su resiliencia.

Como consecuencia de ello, nos encontramos ante una situación donde la volatilidad de precios se traslada a los productos, complicando los procesos de venta. Donde el endeudamiento resulta complicado y caro por la falta de certeza a medio plazo. Donde el creciente precio de las emisiones de CO2 (EUAs) empiezan a pesar en el coste de fabricación del producto.

Pero como en toda transición, la inercia hacia el cambio no solo bebe del reto, sino de la oportunidad: empiezan a negociarse primas sobre el precio de productos descarbonizados (por ejemplo el “acero verde”), existen ayudas y subvenciones para soluciones de suministro de energía renovable (autoconsumo), el coste de la deuda para actividades verdes o descarbonizadas esta bonificado o las condiciones de acceso son más sencillas, y la mayoría de municipios cuentan con medidas de reducción de impuestos que favorecen la instalación de módulos fotovoltaicos, entre otras.

Por suerte para el sector, las soluciones de autoconsumo fotovoltaico han alcanzado un nivel de madurez comercial pleno, llegando a instalarse (según datos de la Unión Española Fotovoltaica UNEF) 2,5 GW durante 2022, el doble de lo instalado durante el año anterior. Esta circunstancia viene acompañada, además, de vientos favorables, gracias a las ayudas al autoconsumo provenientes de los famosos fondos europeos para la recuperación tras la pandemia, pero, la pregunta clave es la misma de siempre: ¿y esto cuánto me cuesta?

Gran parte de la industria está acostumbrada a emplear sus beneficios para seguir haciendo crecer su negocio, mejorar sus procesos productivos o abrir nuevos mercados, y otra buena parte viene de una serie de catastróficas desdichas en forma de pandemia, crisis energética, etc. que a duras penas les permiten mantener el tipo. Entonces, ¿cómo pueden enfrentar los retos en materia de descarbonización estas industrias sin necesidad de disminuir su liquidez, alterar sus flujos de caja o sobreendeudarse?

La respuesta pasa por los acuerdos de compra de energía de autoconsumo (onsite PPA, Power Purchase Agreement por sus acepción en inglés). Básicamente se trata de un contrato entre una empresa promotora solar y un cliente industrial donde se desarrolla una solución a medida de autoconsumo, bajo un esquema de venta de la energía generada por ese autoconsumo a un precio fijo muy competitivo durante un periodo de hasta 15 años. Tras esos 15 años, la propiedad del activo fotovoltaico se transfiere sin coste al cliente, que disfrutará de él durante otros 20 años hasta el final de la vida útil de la instalación fotovoltaica.

Este modelo es bien conocido y ya hoy muchas industrias cuentan con soluciones de este tipo, o están estudiando su implantación. Pero, ¿y si quiero ir un paso más allá en descarbonización, tomar control sobre mis costes energéticos y electrificar mis consumos?

En SENS – Iqony Solar Energy Solutions, hemos presentado SEaaS (SENS´ Energy as a Service), la solución integral que permite a la industria descarbonizarse y crecer.

Bajo el paraguas de SEaaS se integran generación solar fotovoltaica (autoconsumo), almacenamiento de energía en baterías, puntos de recarga de vehículo eléctrico y otras tecnologías (electrolizadores para producción de hidrogeno verde, hidrolineras, electrificación del calor, etc.) bajo un sistema de gestión energética EMS (Energy Management System) propio, optimizando así la interacción de todos los elementos con el consumo del cliente y la red eléctrica. De esta forma se diseña un mix tecnológico a medida de cada industria, aumentando la descarbonización mientras disminuye el coste energético, y se facilita la electrificación de los clientes con la garantía de calidad SENS.

Todo ello a través de un onsite PPA a largo plazo, y bajo un esquema que permite la futura repotenciación o la incorporación de nuevos “módulos tecnológicos” que progresivamente vayan cubriendo las nuevas necesidades del cliente.

Como experto en energía, SENS – Iqony Solar Energy Solutions dimensiona, construye, opera y mantiene la solución íntegra, para que la industria solo tenga que preocuparse de su propio negocio y de crecer con sus necesidades presentes y futuras cubiertas.

Con SEaaS se consiguen autarquías superiores al 60% integrando autoconsumo solar con almacenamiento de energía, reduciendo la factura eléctrica por encima de un 30% y acotando la exposición al pool eléctrico del cliente de manera muy significativa. Todo ello integrando además puntos de recarga de vehículo eléctrico (tanto rápida como ultrarrápida) sin necesidad de aumentar la potencia contratada por el cliente, y que podrán funcionar en modo 100% suministrando energía solar autoproducida. Adicionalmente, existe la posibilidad de tramitar el acceso a la red, pudiendo así vender tanto los excedentes solares como la energía acumulada en el sistema de almacenamiento, o cargar las baterías de la red en las horas más competitivas, aumentado así la eficacia económica.

Pero más allá del ahorro en la factura de la luz, el cliente industrial toma el control sobre sus gastos, que serán fijos durante la vigencia del contrato, sin inflación. En consecuencia consigue limitar significativamente el riesgo de la volatilidad en su factura eléctrica, y puede garantizar una huella de carbono reducida en sus productos/bienes, lo que le permitirá endeudarse para crecer su negocio en condiciones muy favorables.

SENS pone a disposición de la industria toda su experiencia y conocimiento en sistemas energéticos para que la industria solo tenga que preocuparse de su negocio y las oportunidades derivadas de convertirse en una industria verde.

 

Artículos relacionados

Image
Sitio web dedicado a la energía desde todos sus puntos de vistas: actualidad, política, tecnología, operación y mantenimiento, entrevistas, opiniones.
Todo lo que necesitas saber para trabajar con energía.