2022, el año que puso sobre la mesa el valor de la energía

Desde Energia360.info hemos pedido a diferentes asociaciones del sector que, dadas las fechas en las que nos encontramos, nos envíen un artículo repasando los acontecimientos más importantes que han ocurrido a lo largo de 2022 en cada uno de los segmentos del mercado energético al que representan. Comenzamos esta serie de artículos con José Donoso, que con el título: 2022, el año que puso sobre la mesa el valor de la energía, nos ha enviado un interesante artículo sobre cómo la energía solar se ha erigido como una de las grandes soluciones a la crisis energética y sobre los retos y tareas pendientes a las que se enfrenta el sector en 2023. Además nos presenta un sueño, el de seguir consolidando a la industria fotovoltaica nacional y convertir a España en un hub fotovoltaico.

 

Si a 2022 se le recordará por algo, será por convertirse en el año en el que hicimos de la necesidad una virtud. Sin duda, no podremos olvidar aquella imagen del primer tanque ruso cruzando la frontera ucraniana, ni la de los mapas del tiempo pintados en rojo fuego, gran metáfora para ilustrar los devastadores efectos de un cambio climático que en 2022 han servido como precedente y aviso de lo que podemos esperar si no actuamos ya.

En definitiva, un año marcado por dos crisis globales que pese a lo diferentes que puedan parecer entre sí, han tenido un claro hilo conductor: el valor de la energía. Por un lado, la invasión de Ucrania ha puesto de manifiesto cómo la disponibilidad de gas ruso puede ser la mejor arma de guerra con la capacidad de generar una escalada de precios y desencadenar una espiral inflacionista, ingredientes perfectos para provocar una nueva crisis económica. Una realidad cruda que ha puesto en evidencia, una vez más, la necesidad de contar con una fuente de energía endógena.

Y si la crisis geopolítica la analizamos en clave nacional, en 2022 hemos sido conscientes, quizás por primera vez, de que España tiene en la actualidad una dependencia energética del exterior de, aproximadamente, un 73%, lo que se traduce en una importante falta de seguridad energética y en un incremento sin precedentes del precio de la energía que repercute muy negativamente en la prosperidad económica de empresas y familias.

La buena noticia es que para todas estas crisis la energía fotovoltaica es parte importante de la solución. Por un lado, al ser una energía nacional y muy competitiva, nos permite reducir la factura energética de los consumidores y por tanto contribuye a frenar la inflación. Además de ser una energía limpia y endógena con la capacidad de plantarle cara al cambio climático.

En este contexto, los resultados que ha obtenido el sector fotovoltaico nacional nos hacen mirar al futuro con la esperanza que supone adivinar una gran oportunidad. Ojalá, todos sepamos verla de igual manera. Pese a no haber finalizado, creemos poder afirmar que este va a ser otro año histórico para el sector: esperamos superar los 3,4 GW en suelo y los 1,2 GW de autoconsumo de 2021.

Sin embargo, esta buena situación no nos impide ver que nuestro camino futuro no está exento de desafíos en el medio plazo.

Pese a que todo parece indicar que una buena parte de la ciudadanía española está cada día más concienciada con la doble solución que aporta la energía solar, la aceptación social y la integración de los proyectos en suelo con la ciudadanía seguirán siendo los grandes retos a los que nos enfrentaremos en 2023. La revolución energética que se ha puesto en marcha no solo va a permitir que nuestro país contribuya a contrarrestar la emergencia climática, sino que la conjunción de un buen recurso con las economías de escala que supone tener territorio para desarrollar plantas de gran tamaño nos va a proporcionar una energía más barata que la de nuestros países del entorno, lo que supondrá que podremos captar, como ya está sucediendo, importantes inversiones industriales. La oposición neonegacionista está poniendo en juego estas importantes ventajas para nuestro país. Es responsabilidad de cada empresa el comportarse de la manera adecuada para no dar argumentos a los mismos.

Si hablamos de tareas pendientes, racionalizar y objetivar las tramitaciones administrativas sigue siendo una cuestión prioritaria. Perder tiempo innecesario con las tramitaciones es perder tiempo en generar crecimiento económico y seguir emitiendo emisiones de CO2 de forma innecesaria. El próximo año entrará en vigor la fórmula de los concursos de capacidad, fórmula que plantea serias dudas sobre la viabilidad de su planteamiento y sobre los efectos colaterales negativos que puede tener sobre la generación distribuida.

Pero, además, en 2023, queremos dar un paso más allá para poder cumplir un sueño. Uno de los mayores desafíos que tenemos como sector, en particular, y como país, en general, es conseguir una industria nacional consolidada, que mediante la unión de empresas fabricantes nacionales garantice el desarrollo estable del sector y lo blinde ante los vaivenes de las posibles situaciones de crisis.

Estamos preparados para ello, y la oportunidad de convertir España en un “hub fotovoltaico” parece estar más cerca que nunca. Actualmente contamos con empresas con tecnología propia en los elementos con mayor valor añadido de la cadena de valor (electrónica de potencia, seguidores, estructuras, diseño, epecistas, promotores) y con empresas líderes a nivel mundial. Industrializar nuestro país, en definitiva, es una enorme oportunidad que servirá para consolidar nuestra posición en Europa y generar mayor prosperidad económica.  

Planteamos 2023 con un reto, algunas tareas pendientes y un sueño por cumplir. Pero en todo caso, convencidos de que seguirá siendo un año importante para nuestro sector.

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