Un desarrollo valiente de las energías renovables

Desde Energia360.info hemos pedido a diferentes asociaciones del sector que, dadas las fechas en las que nos encontramos, nos envíen un artículo repasando los acontecimientos más importantes que han ocurrido a lo largo de 2022 y sus perspectivas para 2023 en cada uno de los segmentos del mercado energético al que representan. 

Cierra esta serie de artículos la tribuna de José María González Moya, Director General de APPA Renovables, que pone de manifiesto que 2022 ha colocado en el centro del escenario la importancia de la independencia y seguridad energéticas, y que para avanzar en ambos campos tenemos muchas opciones sobre la mesa tecnologías bien conocidas y probadas como la electrificación, la bomba de calor y el aislamiento térmico, junto con el hidrógeno para aquellos sectores que la electrificación no permite descarbonizar. El autoconsumo, evitar los vertidos, la minihidráulica, son otras de las soluciones que José María nos plantea en este artículo.

Si nos tuviéramos que quedar con dos ideas fuerza de 2022 serían las siguientes: la primera, que la energía (o su ausencia) es un arma arrojadiza quizá no tan destructora como los misiles pero muy dañina; la segunda, que tal y como APPA Renovables lleva años reclamando, las renovables y su contribución a la independencia energética, debería ser una cuestión de Estado, de seguridad nacional.

Se mire como se mire, la energía es necesaria, absolutamente necesaria. No hay un solo proceso industrial ni económico que no consuma energía. Sin embargo, damos su valor por supuesto, al estar siempre ahí, consideramos que es un bien que siempre nos va a acompañar. Y al igual que en las relaciones personales, solo valoramos lo que tenemos cuando lo perdemos, o, como en el caso de la invasión de Ucrania, cuando otros lo pierden.

España solo cuenta con unos recursos energéticos, los renovables. Tenemos una posición privilegiada a nivel geográfico, situados entre un mar y un océano, que nos proporciona recurso eólico, y con una magnífica insolación, necesaria para la energía solar. Si tuviéramos que poner un “pero”, sería nuestra falta de grandes ríos, como los que disfrutan nuestros vecinos del centro y norte de Europa, cuyos porcentajes de penetración renovable en ocasiones superan ampliamente el 70% en el mix eléctrico. Del 74% de electricidad renovable de Austria al 97% de Noruega, podemos comprobar que un buen recurso hidráulico es fundamental para alcanzar altos porcentajes de generación renovable.

No disponemos de energías fósiles, y su carencia no solo afecta a la seguridad de suministro, también a nuestra balanza comercial. Antes de que estallara la guerra de Ucrania, en 2021, España gastaba más de 46.000 M€ anuales en importaciones energéticas. El déficit económico del sector energético representa – a efectos comparativos – el 97% del déficit global de toda la economía española. Teniendo en cuenta que el saldo entre importaciones y exportaciones en las renovables es positivo para nuestra economía, vemos que son las importaciones fósiles las que están lastrando nuestra balanza comercial.

Ahora estamos planificando nuestro futuro energético, hablando de almacenamiento, de hibridación, de hidrógeno… Pero debemos recordar el viejo mantra y llevarlo a términos económicos. El kilovatiohora más limpio es el que no se consume, y también el más barato. En el último Congreso Nacional de Energías Renovables, cuando se debatía sobre el desarrollo del hidrógeno renovable, uno de los ponentes lanzó una idea revolucionaria y no por lo novedosa, ¿por qué no invertir mejor en tecnologías conocidas como electrificación, bomba de calor y aislamiento térmico?

No se trata de postergar la apuesta por el hidrógeno renovable, un vector energético necesario para llevar la transición energética allí donde no alcanza la electricidad: transporte de larga distancia, procesos industriales de altas temperaturas, usos térmicos… Simplemente debemos ser conscientes de que hay muchos pasos que podemos dar hacia un sistema más eficiente y más limpio sin necesidad de contar con grandes infraestructuras de generación, transporte y distribución de hidrógeno.

Según los estudios disponibles, más del 80% de las viviendas en España cuentan con eficiencia energética E, F y G. La inmensa mayoría de nuestros hogares son altamente ineficientes y gastamos mucha energía en calentar (o enfriar) estancias cuyo aislamiento es claramente ineficiente. Adicionalmente, la energía más utilizada para calentar las viviendas es el gas. Del 70,3% de viviendas con calefacción en España, casi la mitad, el 32,3% usan gas, según el Instituto Nacional de Estadística. Por lo tanto, tenemos viviendas mal aisladas que queman gas para calentarse.

Las bombas de calor eficientes, unidas a una mayor electrificación de la demanda y mayor penetración de renovables en la generación, deberían ser nuestra respuesta energética, y la eficiencia y el aislamiento térmico nuestra prioridad. La transición no implica una pérdida de confort sino un uso más eficiente y racional de los recursos y nuestros únicos recursos, de nuevo, son renovables.

Hemos dado pasos valientes en muchos aspectos, pero debemos aumentar nuestra ambición. El autoconsumo está duplicando, año a año, su potencia instalada. En 2019 la potencia instalada fue de 408 MW, en 2022 no es descabellado que superemos los 2.000. Multiplicando su ritmo de instalación por seis en solo tres años. La norma más reciente ha ampliado los límites del autoconsumo compartido hasta los 2.000 m, pero aún quedan pasos por dar, tanto en autoconsumo como en generación a red: ¿por qué los grandes autoconsumos industriales se ven obligados a cortar su producción en vez de verter a la red? ¿Por qué no trabajamos para reducir los vertidos en centrales en operación? ¿Y si extendemos las concesiones de agua a las centrales minihidráulicas?

Son muchas las opciones que tenemos sobre la mesa, no hay que esperar a grandes desarrollos futuros. Pequeños cambios, que no suponen coste y muchas veces sí implican ahorros, nos harán avanzar en la transición energética. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha realizado una magnífica labor a lo largo de los últimos años pero necesitamos que ese valor se mantenga en el tiempo, y necesitamos que exista un amplio consenso de los distintos grupos políticos alrededor de esta Transición. Hoy el sector renovable representa cerca del 1,6% de nuestro PIB, más de 111.000 trabajadores están dando forma a la energía del futuro, y serán muchos más empleos y mucha más aportación económica si conseguimos que esta transición energética suponga también una transición industrial para nuestro país. No es necesario realizar grandes cambios, pero todos ellos deben ir, con valentía, en la dirección correcta.

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