Las inversiones en renovables alcanzaron un récord en 2022, pero se necesitan un aumento masivo y una distribución más equitativa

Un informe conjunto de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y la Iniciativa de Política Climática (CPI por sus siglas en inglés), titulado Global Landscape of Renewable Energy Finance 2023 revela que el año pasado la inversión mundial en tecnologías de transición energética, incluida la eficiencia energética, alcanzó los 1,3 b$, estableciendo un nuevo récord, un 19% más que el nivel de inversión de 2021 y un 50% más que antes de la pandemia en 2019.

 

El informe, presentado en paralelo a la celebración de la Conferencia Internacional Española sobre Energías Renovables (SPIREC) en Madrid, también pone de manifiesto que, si bien, la inversión global en energías renovables alcanzó un récord de 0,5 b$ en 2022, esta cifra aún representa menos del 40% de la inversión media necesaria cada año entre 2021 y 2030, según el Escenario de 1,5 °C de IRENA. Las inversiones tampoco van por buen camino para alcanzar los objetivos establecidos por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Dado que las soluciones descentralizadas son vitales para contribuir a alcanzar el acceso universal a la energía, se deben realizar esfuerzos para aumentar las inversiones en el sector de las energías renovables descentralizadas. Además, a pesar de haberse alcanzado una cifra récord de inversión anual en 2022, la inversión en soluciones renovables descentralizadas está muy por debajo de los 2.300 M$/año que necesita el sector entre 2021 y 2030.

A esto se une que las inversiones se han concentrado en tecnologías y usos específicos. En 2020, la fotovoltaica atrajo el 43% de la inversión total en renovables, seguida de la eólica terrestre y marina con porcentajes del 35% y del 12%, respectivamente. Según las cifras preliminares, esta concentración parece haber continuado hasta 2022. Para apoyar mejor la transición energética, es necesario que fluyan más fondos hacia tecnologías menos maduras, así como hacia otros sectores más allá de la electricidad, como la calefacción, la refrigeración y la integración de sistemas.

Al comparar la financiación de energías renovables entre países y regiones, el informe muestra que las disparidades evidentes han aumentado significativamente en los últimos seis años. Alrededor del 70% de la población mundial, que en su mayoría reside en países en desarrollo y emergentes, recibió solo el 15% de la inversión mundial en 2020. El África subsahariana, por ejemplo, recibió menos del 1,5% de la cantidad invertida globalmente entre los años 2000 y 2020. En 2021, la inversión per cápita en Europa fue 127 veces superior a la del África subsahariana y 179 veces superior la de Norteamérica.

El informe enfatiza cómo se deben reformar los préstamos a los países en desarrollo que buscan implementar energías renovables y destaca la necesidad de que la financiación pública desempeñe un papel mucho más importante, más allá de mitigar los riesgos de inversión. Reconociendo que en el mundo en desarrollo los fondos públicos disponibles son limitados, el informe pide una colaboración internacional más fuerte, incluido un aumento sustancial de los flujos financieros desde el norte hacia el sur.

Este informe subraya la necesidad de dirigir fondos públicos a regiones y países con mucho potencial renovable sin explotar, pero que tienen dificultades para atraer inversiones. La cooperación internacional debe enfocarse a dirigir estos fondos a marcos de políticas habilitadoras, el desarrollo de infraestructura de transición energética y abordar las brechas socioeconómicas persistentes”, dice el director general de IRENA, Francesco La Camera.

Lograr una transición energética en línea con el escenario de 1,5 °C también requiere la redirección de 0,7 b$ anuales de los combustibles fósiles a tecnologías relacionadas con la transición energética. Pero tras una breve disminución en 2020 debido a la COVID-19, las inversiones en combustibles fósiles están en aumento actualmente. Algunos grandes bancos multinacionales incluso han aumentado sus inversiones en combustibles fósiles a un promedio de alrededor de 0,75 b$ al año desde el Acuerdo de París.

Además, la industria de los combustibles fósiles continúa beneficiándose de subsidios, que se duplicaron en 2021 en 51 países. La eliminación gradual de las inversiones en activos de combustibles fósiles debe ir acompañada de la eliminación de los subsidios para nivelar el campo de juego con las energías renovables. Sin embargo, la eliminación gradual de los subsidios debe ir acompañada de una red de seguridad adecuada para garantizar niveles de vida adecuados para las poblaciones vulnerables.

Barbara Buchner, directora general global de CPI, dice: “El camino hacia el cero neto solo puede suceder con una transición energética justa y equitativa. Si bien nuestras cifras muestran que hubo niveles récord de inversión en energías renovables el año pasado, es crítica una mayor ampliación para evitar un cambio climático peligroso, particularmente en los países en desarrollo”.

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