Transición limpia

España debe invertir 85.000 M€/año en tecnologías verdes para descarbonizar su economía al 2050

De acuerdo con el informe España Cero Neto: el Polo de Descarbonización de Europa de McKinsey & Company, España podría llegar a las cero emisiones netas en 2045 y a las emisiones negativas en 2050 con una inversión de capital en tecnologías verdes de aproximadamente 2,5 b€ acumulados, equivalente al 6,2% del PIB promedio anual hasta 2050. Esta inversión en la transición limpia podría sostener 1,1 millones de empleos en promedio

McKinsey & Company ha elaborado el informe, España cero neto: el polo de descarbonización de Europa, en el que presenta un escenario a través del cual España podría reducir a cero las emisiones de los gases de efecto invernadero en las tres próximas décadas y convertirse en uno de los líderes globales de la economía descarbonizada. 

Uno de los principales hallazgos del informe revela que España podría alcanzar el hito de las cero emisiones netas en 2045 y llegar a las emisiones negativas en 2050 a través de una inversión de 85.000 M€/año en tecnologías verdes. La inversión de capital acumulada en tecnologías verdes sería de aproximadamente 2,5 b€, lo que equivaldría al 6,2% del PIB promedio anual hasta 2050. Esto sería un punto porcentual por encima de la inversión estimada para un escenario más conservador basado en las políticas actuales.

Mientras que la Unión Europea en su conjunto ha reducido sus emisiones un 28% entre 1990 y 2019, las emisiones de España crecieron aproximadamente 9% en ese mismo período, debido en gran parte al crecimiento de la economía. Esto pone a España en un punto de partida más desafiante que el resto de los países europeos. El estudio pone en valor la riqueza de los recursos naturales y tecnológicos con los que cuenta España para hacer frente a estos desafíos. Los recursos solares y la penetración de la energía eólica, que conjuntamente presentan un inmenso potencial para el desarrollo del hidrógeno verde, así como la robusta infraestructura de transporte de gas natural que podría ser utilizada para transportar hidrógeno, y el potencial con el que cuenta España para aumentar las absorciones de CO2 a través de técnicas como la reforestación; son todos factores que presentan una oportunidad para España de convertirse en el líder europeo en sostenibilidad y energías limpias. Además, España cuenta con un claro compromiso desde el sector público y es de hecho el segundo país con mayores asignaciones de fondos de ayuda de la Unión Europea (más de 70.000 M€). En este sentido, el informe plantea un escenario alternativo a las políticas y los planes de transición ecológica actuales, instando a acelerar la respuesta al cambio climático y sugiere que la reducción de emisiones a nivel nacional para 2030 podría ser de hasta un 46% (vs. 2019) si se aceleran los esfuerzos.

El informe de McKinsey & Company indica también que el transporte y la industria representan más del 65% de las emisiones netas en España, posicionándose como sectores clave para alcanzar la neutralidad climática en 2045. Así, la electrificación, el hidrógeno verde y los biocombustibles serán las tres principales áreas de las que dependerá la transición energética en este horizonte.

El contexto de políticas actuales planteadas para lograr la neutralidad climática a la luz del plan REPower EU y el actual escenario geopolítico, plantean una revisión para evitar los riesgos significativos a nivel físico, social y económico a los que España podría enfrentarse. De hecho, según datos del informe, en un escenario de temperaturas 2 ºC superiores a los niveles preindustriales, algunas zonas del sur de España podrían experimentar 45 días al año con máximas por encima de 37 ºC, impactando no sólo la salud de la población sino también ciertas actividades económicas. El aumento generalizado de temperatura a causa del impacto climático podría someter a la agricultura a una disminución de producción de cuatro de los cultivos más relevantes, como la uva, la aceituna, el tomate y el trigo. Por su parte, el turismo podría enfrentarse a numerosos retos para mantener su actual atractivo en escenarios de elevadas temperaturas, especialmente en la temporada más alta. En el caso del transporte, que produce casi un tercio de las emisiones en España, podría llegar a reducir sus emisiones un 50% para 2030 y un 100% para 2050 gracias a la adopción de los vehículos eléctricos y los biocombustibles. Según el informe, este sector debería recibir casi dos tercios de la inversión total planteada en este horizonte.

Una atención especial la requiere la industria, que acapara otro tercio de las emisiones y podría lograr una reducción del 85% en 2050, a pesar de las altas temperaturas requeridas en los procesos de producción. En este sentido, existen oportunidades estratégicas de impacto directo sobre la competitividad y sostenibilidad de la industria en segmentos como el acero, cemento, química o petroquímica, en los que el hidrógeno, los biocombustibles e incluso la captura de carbono podrían jugar un papel clave en el camino de la transformación y reindustrialización del país.

La electrificación de la economía es una de las palancas clave para la transición, en la medida que la generación eléctrica se realice por fuentes renovables. El escenario de McKinsey a 2050 estima una duplicación de la generación eléctrica, que hoy es responsable del 14% de las emisiones brutas. Este sector debería recibir entre un 15% y un 20% de la inversión para lograr una reducción del 100% de los gases de efecto invernadero para 2050. Por último, el 15% restante de la inversión debería destinarse al sector de edificios residenciales y comerciales, ya que se prevé que, con ello, podría alcanzar también la reducción del 100% de sus emisiones en este horizonte.

Según McKinsey, el escenario alternativo a través del que España podría lograr la descarbonización en 2045 tendría, además, un impacto directo y sustancial en la economía, sosteniendo más de 1,1 millones de puestos de trabajo en promedio hasta 2050, lo que supone 200.000 puestos más que en el escenario basado en las políticas de descarbonización actuales.

Desempeño en los últimos 15 años

A pesar de los múltiples desafíos propios de la transición ecológica, España ha logrado una reducción del 32% de las emisiones entre 2007 y 2019, en comparación con el 20% en el resto de Europa, principalmente motivada por la inversión en capacidad de generación eléctrica renovable. El proceso de descarbonización iniciado en 2007 culminó con una reducción de las emisiones netas a un nivel de 277 Mt de CO2 en 2019.

Acción conjunta para convertir a España en el polo sostenible de Europa

El estudio señala que la transición ecológica requerirá la acción conjunta de todos los sectores de la economía española. Para acercarse al éxito y aprovechar el potencial de España de convertirse en el líder sostenible y de energías limpias de Europa, se deberá asegurar simultáneamente que los recursos, tecnologías y cadenas de suministro están disponibles a escala, que los ajustes en las variables económicas se realicen de manera sostenible e inclusiva y, por último, que tanto el sector público como el privado sostengan sus compromisos y avancen hacia sus objetivos de manera constante.

Según concluye el análisis, España ya cuenta con condiciones claves para ser un polo verde en Europa. Tiene el segundo nivel más alto de penetración eólica (con 28 GW, detrás de Alemania). Dado el alto número de días soleados al año, la fotovoltaica es muy competitiva, y en 2021 tuvo el segundo valor más bajo en el mundo de licitaciones de energía solar. Tiene una infraestructura de transporte de gas muy desarrollada que podría ser utilizada para transportar hidrógeno. Todos estos factores convertirían a España en uno de los países más competitivos en el mercado del hidrógeno verde, incluso permitiéndole exportar (por ej., el coste estimado de hidrógeno verde vendido en Alemania sería de aproximadamente 1,9 €/kg si fuera proveniente de España, comparado con aproximadamente 2,1 €/kg si fuera proveniente de otros países competitivos como Noruega o Argelia).

El estudio resalta la urgencia de la acción: estima que más de 700.000 M€ de inversión en tecnologías verdes serán necesarios hasta 2030 poder acelerar la descarbonización. En este sentido, el análisis señala el rol clave del sector bancario como dinamizador del acceso al crédito y de la transición. El supervisor bancario ya está redoblando los esfuerzos para asegurar que el factor climático está considerado en la gestión del riesgo de crédito y adicionalmente muchas entidades premian a sus clientes por decisiones que promueven la sostenibilidad a través de créditos para vehículos eléctricos o mejora de condiciones en las hipotecas con un consumo energético eficiente. Igualmente, en términos de aceleración de la transición se están financiando planes individuales de transición para empresas, el desarrollo de nuevas tecnologías como el hidrógeno verde o mejoras en las viviendas para mejorar el consumo energético. Se espera que en los próximos años la financiación de proyectos que favorezcan la transición, así como la financiación de las actividades verdes sean el foco principal de los esfuerzos bancarios, incentivado por el avance de la legislación europea para complementar la ratio de capital con ratio de activos verdes.

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