contaminación y transición energética

La importancia de la transición de China hacia una economía baja en carbono para cumplir los objetivos climáticos mundiales

El informe sobre el clima y el desarrollo del país (CCDR) elaborado por el Grupo Banco Mundial para China, pone de manifiesto que el país está bien posicionado para cumplir con sus compromisos climáticos y efectuar la transición hacia una economía más verde y, al mismo tiempo, alcanzar sus objetivos de desarrollo. Pero si China, responsable del 27% de las emisiones mundiales de CO2 y de un tercio de las de gases de efecto invernadero de todo el mundo, no completa la transición hacia una economía baja en carbono, será imposible alcanzar los objetivos climáticos mundiales.

El informe analiza los cambios fundamentales en las áreas de energía, industria, transporte, ciudades y uso de la tierra que permitirían al país cumplir su compromiso de alcanzar los niveles máximos de emisión de carbono antes de 2030 y lograr la neutralidad en sus emisiones para 2060. Asimismo, pone de relieve la necesidad de actuar con urgencia, en vista de los grandes volúmenes de gases de efecto invernadero que emite China, la fuerte exposición de su población y su infraestructura económica a los riesgos climáticos, y el papel fundamental que desempeña el país en los esfuerzos mundiales para combatir el cambio climático.

Los impactos del cambio climático amenazan a las ciudades costeras bajas densamente pobladas y de gran importancia económica de China, que albergan a aproximadamente una quinta parte de la población del país y aportan un tercio de su producto interno bruto (PIB). China ya sufre episodios frecuentes de inundaciones costeras, marejadas ciclónicas, erosión costera e intrusión de agua salada. Según el informe, si no se lo controla, el cambio climático podría provocar pérdidas del PIB estimadas entre el 0,5 % y el 2,3 % ya en 2030.

Si China no completa la transición hacia una economía con bajos niveles de emisión de carbono, será imposible alcanzar los objetivos climáticos mundiales. El país emite el 27% del dióxido de carbono y un tercio de los gases de efecto invernadero de todo el mundo. Esta transición requerirá un cambio drástico en los recursos utilizados, así como innovaciones y nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia energética y la productividad de los recursos. Sin embargo, la avanzada capacidad tecnológica de China implica que el camino hacia la neutralidad en las emisiones de carbono abrirá nuevas vías para el desarrollo.

El informe enumera diversas ventajas que permitirían a China convertir el desafío climático en una oportunidad: el aumento de los rendimientos derivados de la producción y el desarrollo de tecnologías bajas en carbono, como el almacenamiento de energía eólica y de electricidad; su elevada tasa de ahorro interno y su posición de liderazgo en las finanzas verdes, y su capacidad de crear empleos de alta cualificación en industrias de elevada productividad. China ya cuenta con unos 54 millones de “empleos verdes”, de los cuales más de 4 millones corresponden al sector renovable. El país también ha anunciado que dejará de construir centrales eléctricas alimentadas por carbón en el extranjero y aumentará el apoyo que brinda a otros países para desarrollar energía verde y con bajas emisiones de carbono.

La participación del sector privado es crucial para que China avance en el camino hacia la neutralidad en carbono. En el informe se destaca la importancia de que los sectores público y privado trabajen juntos para abordar este desafío. Un entorno normativo más previsible, junto con un acceso más amplio a los mercados y a la financiación, permitirían al sector privado desempeñar un papel central en la implementación de soluciones de mercado, mejora de la productividad, bajada de costes, promoción de la innovación tecnológica y la reducción del déficit de financiación.

De acuerdo con el informe para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas para 2060, China necesita inversiones adicionales en infraestructura y tecnología ecológicas por valor de entre 14 y 17 b$ tan solo en los sectores de la energía eléctrica y el transporte.

El informe contiene un conjunto exhaustivo de recomendaciones sobre políticas generales y sectoriales, por ejemplo, para las áreas de energía, industria, construcción, agricultura, transporte y otras. Entre las medidas que más afectan al sector energético podemos citar:

  • Acelerar la transición del sector eléctrico elevando a 1.700 GW los objetivos de capacidad de generación solar y eólica para 2030, fijados actualmente en 1.200 GW, y mejorando la integración de las energías renovables mediante inversiones en almacenamiento.
  • Acelerar la electrificación de los vehículos privados y comerciales y proporcionar una infraestructura de recarga adecuada.
  • Garantizar una transición justa para las regiones y comunidades más afectadas por la eliminación de los combustibles fósiles, por ejemplo, mejorando la movilidad laboral y formulando un paquete integral de políticas laborales que incluya capacitación y reconversión profesional, así como la indemnización de los trabajadores despedidos.
  • Ampliar el actual sistema de comercio de derechos de emisión del sector eléctrico a otros sectores con elevadas emisiones, como los del acero, el hierro y el cemento, e iniciar una transición gradual hacia un esquema con límites máximos absolutos de emisiones.
  • Promover estrategias institucionales para la reducción de los niveles de emisión de carbono en las empresas estatales, incluso mediante la adopción de la focalización y la contabilidad del carbono, a fin de respaldar los objetivos nacionales.
  • Establecer un sistema de alta calidad para contabilizar las emisiones en las empresas y exigir que presenten información financiera relacionada con el clima.

Los modelos elaborados para el informe indican que, si bien la transición de China hacia la neutralidad en carbono constituirá un desafío, los costes económicos a largo plazo seguirán siendo manejables. Sin embargo, se perderán empleos en sectores con elevada intensidad de emisiones, como la industria del carbón. Para abordar esta cuestión, en el informe se incluyen recomendaciones sobre cómo lograr una transición justa hacia una economía baja en carbono. Esto podría lograrse brindando apoyo a los hogares pobres ante el aumento de los precios de la energía, capacitando y reconvirtiendo a los trabajadores del sector de los combustibles fósiles, y proporcionando asistencia específica a las comunidades más afectadas.

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